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Beneficios esenciales en fachadas

Rentabilidad económica

Construir barato no es rentable - invertir inteligentemente sí.

 

El repintado de fachadas es caro y costoso. Hay que buscar aplicadores, montar andamios, y el jardín se resiente. Por no hablar de las molestias, como la suciedad de la obra y de las ventanas tapadas por la lona. Y, por supuesto, la nueva aplicación de pintura en la fachada también cuesta dinero.

Por ello, lo mineral sale rentable: una pintura de fachada KEIM dura décadas y, por tanto, resulta a la larga más económica que una pintura convencional. Especialmente en la construcción, la calidad resulta ser la solución mejor y más económica en el tiempo. Las pinturas de silicato hacen que las fachadas sean funcional y estéticamente duraderas y, por tanto, mucho más rentables. Esto se debe a los "valores internos" de la pintura, es decir, a la composición de ligantes, pigmentos, cargas y aditivos.

Las pinturas KEIM tienen una base mineral. El ligante de silicato se adhiere químicamente y forma un solo cuerpo con soportes como la piedra, el revoco y el hormigón. Esto crea una unión extremadamente duradera que es significativamente más resistente que la adherencia puramente superficial de las pinturas convencionales.

La calidad es la solución más económica a largo plazo

Los que piensan en términos económicos miran hacia adelante. Porque sólo el tiempo dirá cuáles son los verdaderos costes de algo. Cuanto más largo sea el periodo de uso previsto, mayor será la importancia de este aspecto.

Como en la construcción no se calcula en años, sino en décadas o incluso generaciones, la eficiencia económica aumenta con la durabilidad de una inversión. Un cálculo sencillo que también incluye la pintura de la fachada: los ciclos de renovación más largos ahorran costes de mantenimiento.

Así que la elección de la pintura exterior se convierte en un factor clave. Y las pinturas minerales resultan ser verdaderos modelos de ahorro, ya que sólo producen bajos costes de mantenimiento y conservan su función, así como su apariencia estética, durante un largo período de tiempo. Una bonita fachada también incrementa el valor de la propiedad.

Los tonos de la carta de color de KEIM son intemporales. Se integran armoniosamente en el entorno y son luminosos, modernos y estables a los rayos UV incluso después de décadas. Aunque una buena pintura de fachada cueste algo más, el coste del material en sí incide poco en el coste total en comparación con el de la mano de obra que conlleva, pero sí contribuye a la calidad a largo plazo de un edificio.

Otro efecto secundario positivo: el medio ambiente también se beneficia de los mayores intervalos de renovación y de las pinturas basadas en materias primas naturales.

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